En la vida de Bruno y María, todo parecía perfecto. Ambos habían estado casados durante años, cumpliendo con los rollos de esposo y esposa sin problemas. Sin embargo, la rutina diaria y la falta de pasión que alguna vez los unió comenzaron a consumirlos. Fue entonces que descubrieron el intercambio de parejas como una forma de revivir su relación.
Bruno, un hombre apasionado y aventurero, encontró en el intercambio el medio perfecto para explorar nuevos deseos sin comprometer su amor por su esposa. María, por otro lado, se sintió atraída por la posibilidad de conocer a nuevos hombres y encontrar una conexión ignorada en su relación con su esposo.
A pesar de sus inicios como una forma de explorar y atraer, pronto el intercambio de parejas se convirtió en una mezcla entre el trabajo y la estabilidad. Cada paría, o intercambio de parejas, era una antesala a una nueva aventura familiar, que ambos amaban.
Todo comenzó llegando al club de intercambio de algunas amistades lejanas, y luego harían sus propios encuentros cuando los servicios de clubes internos se acabo, si pudieran u cuidarian al resto de niños de sus respectivas parejas.