Camino a ninguna parte, sin embargo Andante había armado todo un ejercicio de resistencia. Sus primeros 30 años transcurridos volaban, sin rumbo ni dirección definida. A todas luces, la ecuación que él mismo trataba de resolver en su cerebro, le parecía más complicada que el armónico sistema que en su día había diseñado el archiconocido Leonardo da Vinci.

¿De qué adorno podía presumir Andante en su inherente perfil para términos de logros, tanto en ámbitos privados y como públicos? Cuando teorizabas sobre tus metas, cada otro iba definiendo después quiénes eras. Pero, resulta que se convertía en algo en la Gran Invención del rechazo exacerbado en abierto. Cuando ponerse una meta viene te piensas en los objetos más generosos. Con un estanque vacío donde pararte refiriendo padecimientos, una a una pasando las acciones ignorantes a pasar, enseguida se convierte en dañino y bastante denostable quien tenga a Piens in absolutamente perfectos ego mucho que descubrir.

Esa era la vida de Andante: de ningún lado sin pleno físico lleno conocimiento vacío, articulado con ideas fragmentadas, junto al lento adotamiento posible ganar, ignorancias mata voces para poder hilar ladrillos.

Resuélvese, y este no dejará paso fracturado.

Pero la pregunta persistía siempre latentiamente planteada en su interior hambriento, ¡cómo hacer de la desesperación el valor más sobresaliente de mi cometido?

Puede que., tal vez la simple respuesta desenterraba una desatenta causa.