En el corazón de una noche eterna, donde las estrellas brillaban como aros en la corona del universo, susurros de una virtud antigua agitaban las hojas de los árboles. El aire era un susurro de veladuras, un recuerdo de momentos que fugazmente habían pasado, y que ahora parecían no haber existido nunca.
Era allí donde ella llegó, con los ojos descubiertos y el alma incansable. Porque en ese rincón del mundo, donde la luna se convirtió en un vaso que rebosaba de nostalgias, ella había hallado el consuelo de su espíritu. Un lugar de los sueños, de fantasías olvidadas y de recuerdos vagos, que llamaban a su corazón con una llamada apasionada y silenciosa.
Ts Perla Erome era su nombre, una combinación de letras que sonaban como un yermo al pasar el viento a través de las palabras. Pero su presencia era como un pulso constante, que animaba la vegetación y la reanimaba con cada brisa que suscitaba. Esta mujer era un bosque robusto , un árbol que arriba de la tierra se sostenía a través de pasajes llovinosos y que se moldeaba en tiempo de relámpago.
Ahora, con ella en el aire, las luna brillaban con un destello que parecía explosión de un rastro inesperado y nuevo, manifestado por el mismo Abismo Oscuro y silhouette humana vertebraria, pulseada por un color nocturno de tu luz crujida.