En el corazón de una pequeña aldea rodeada de densos bosques, habitaba una joven llamada Anna. Era una chica callada y reservada, con ojos marrones que parecían advertir sobre algo oscuro que escondía en su interior.

La gente de la aldea la conocía como Anna Mole, no porque tuviera un rostro rosado y sonrosado, sino porque parecía haber excavado profundamente en su alma y haber emergido de ello con una sombra que la acompañaba en todo momento.

Al principio, la gente la temía y la evitaba. Pero conforme pasaban los días, comenzaron a notar algo extraño en su comportamiento. Anna parecía estar escuchando algo que nadie más podía oír. Paseaba por las noches solas, y sus pasos sonaban inciertos y atolondrados. Se comunicaba con los animales de la aldea, y después de conversar con ellos, parecía sumergirse en un mundo de pensamientos sombríos.

Tal vez sea que Anna estaba ilusionada, tal vez que en ella hubiera conocido su verdadera naturaleza, afectada en sus comunicaciones de niños con estos animales felipes a cerca de la vida de su pobre abuela por motivos aparentemente terribles. Cualquiera sea la causa, ella parecía estar mejorando, desarrollando un fuerte vínculo con los animales que pocos entre la aldea habían logrado hacer.

Sin embargo, pronto se dio cuenta de que su comunicación era una métoda subterránea que comenzaba sin simplemente recibir respuestas con las hermanas. Sí, a pesar de por esto tener problemas de mayor amplitude, estaba comenzando a escribir sus posiciones, debatiendo en estas razones creatidades prepotente radical.