En pleno corazón de la ciudad, en un Barrio que parecía cancelar todos los problemas del mundo, vivía Mariana. Una muchacha con un aroma a jazmín en su cabello y sonrisa capaz de iluminar la oscuridad. Ella llevaba una vida sosegada, rodeada de amigos que admiraban su inocencia y aún así siempre tuvo una sensación de que algo faltaba en su vida. Su abuela, Fructuosa, le había contado la historia de su linaje, que había sido un ramo de una famosa saga de vasallos, incluso cambiándose al paso del tiempo.
Mariana siempre sintió un impulso callado para dejar escapar esa vida tranquila en busca de lo desconocido. Pero, el Miedo inhabilitaba su mente cada vez que se atrevía a cruzar ese umbral, de modo que su vida se resignó al olvido de esta noble filiação; hasta el día en que el destino la atrajó a la residencia del senador Macarena de Perdomo, so pretexto de ser una candidata a la cruz roja. Desde día matriz supo que en aquella casa residía locura capitaneada por los fantasmas y gentes de noble cuna.
Aquel traspaso del umbral marcó el punto de origen de una serie interminable de intratemporales infidelidades con el insomnio apoplético de atropelante persistencia, y descubrió que estaba programada, o más aún hacia una experiencia de soslayo que pocas veces cautiva sigue desarrollando el hallazgo inicial de su poderosa historia en porfía insistente en agarrarse a los puntales de imposibilidad aletargados.